Hacía tres años, un chico y su padre habían ido con su tío y sus dos primos pequeños a ver un partido de fútbol.
Cuando regresaban a casa de su tío, sus primos se apresuraron a entrar, mientras que los demás se quedaron en el coche charlando. Cuando de pronto escucharon unos horribles gritos, como si estuvieran torturando a alguien.
Los tres se dieron prisa en entrar a la casa para ver qué sucedía. Bromeando con que seguro que se trataba de una simple rata. Pero cuando entraron en la cocina, uno de los chicos tenía la cara roja y estaba despeinado. Hacía gestos muy grotescos y chillaba histérico, mientras que el más joven estaba escondido bajo la mesa. Intentaron hablar con el mayor y calmarlo, pero fue imposible.
Era como si no pudiera escucharlos, Entonces lo sentaron en una silla mientras se contorsionaba y al rato por fin lograron tranquilizarlo un poco, mientras lloraba en silencio. El más joven aún gimoteaba, pero parecía más sereno, así que le preguntaron qué había pasado. Entre lágrimas y con expresión de terror, les contó que cuando llegaron a la cocina habían visto al perro comiendo cereales con una cuchara. En cuanto dijo esto, el mayor empezó a gritar otra vez y su padre tuvo que llamar a una ambulancia porque no sabía que más hacer.
Días después de aquél extraño episodio, los padres intentaron averiguar qué había ocurrido, pero la respuesta era siempre la misma. La madre se desesperó, no entendía nada hasta que el más joven le dibujó la escena: era el perro de la casa sentado en una silla del comedor, comiéndose un plato de cereal usando una cuchara. Tras ver el dibujo, la mujer se puso loca, porque después de aquél día no habían vuelto a ver al perro. Después de aquello, el primo mayor tuvo que ser enviado a una clínica para recibir terapia semanal y los médicos dijeron que probablemente nunca más se recuperaría.
Perturbador ¿verdad?
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¡vaya espeluznante relato!
ResponderEliminaray noo. que miedo, sentí un escalofrió cuando lo leí
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