Cuando era chico le molestaba el llanto de su hermano pequeño impulsivamente lo mató y tiró el cuerpo a un pozo cerca de su casa, al día siguiente sin saber por qué el cuerpo había desaparecido.
En la adolescencia se peleó con su mejor amigo por algo que no recuerda pero parecía suficiente como para matarlo y tirar el cuerpo al pozo, de nuevo, al día siguiente el cadáver ya no estaba.
5 años más tarde mató a su primera novia accidentalmente aunque no pudo negar que no le gustara haberlo hecho, esperando que el pozo hiciera su magia lanzó el cuerpo y a la mañana siguiente desapareció.
Un día mató también a su jefe porque no se le daba muy bien aceptar órdenes, lo tiró al pozo y nunca más se supo del cadáver.
Ya cerca de los 40 años encontró el valor que nunca había tenido hasta ese momento y mató a su propia madre matarla fue tan especial e íntimo como siempre se había imaginado, la tiró al pozo y al día siguiente su cuerpo aún seguía en el pozo.
Es una historia de amor cuando te das cuenta.
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